Cada deporte tiene sus riesgos. En este post te contamos cómo superar las lesiones más frecuentes en el ciclismo.
Practicar deportes es muy importante para mantenerse sano, pero también nos expone a caídas, golpes y tensiones que pueden lesionar diferentes partes de nuestro cuerpo.
En el ciclismo hay dos tipos de lesiones: las que pueden darse por traumatismos (por ejemplo, en una caída) y las que suceden a causa de la práctica intensiva de la actividad.
Entre las primeras podemos encontrar luxaciones, fisuras o fracturas (entre otras), en diferentes partes del cuerpo. Este tipo de lesiones son las que ocurren con más frecuencia en el ciclismo, ya que los riesgos de un golpe fuerte a causa de una caída son mayores que en otros deportes; sin embargo, no suelen ser las más graves. Las partes del cuerpo más afectadas suelen ser la muñeca, el codo, la clavícula y la rodilla.
En el segundo tipo de lesiones se relacionan con una sobrecarga muscular o con una mala posición en la bicicleta. Entre ellas están el dolor de cuello, las lumbalgias, las molestias en la parte media de la espalda, las tendinitis (en especial la rotuliana) y la fatiga muscular en forma de calambres y contracturas, sobre todo en el bíceps femoral.
La prevención del segundo tipo de lesiones puede lograrse con un trabajo permanente sobre la musculatura, ajustes en la postura y una revisión de las características de la bicicleta. Es importante:
Para lograr una postura adecuada podemos tener en cuenta los siguientes puntos:
En cuanto a las lesiones por traumatismo, si bien son accidentales, es fundamental contar con elementos de seguridad adecuados. La más importante de todas es el casco, que puede salvarnos la vida en caídas fuerte contra el asfalto. Otros elementos importantes son el chaleco reflectivo, los anteojos, las luces y ojos de gato; todos ellos ayudan a bajar el riesgo de que ocurran accidentes.
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