Te contamos todo lo que necesitás saber sobre la rotura de ligamentos: las causas, los síntomas, la recuperación y las distintas formas de prevenirla.
Un ligamento es una estructura anatómica que conecta dos huesos en una articulación y proporciona estabilidad y resistencia a los movimientos excesivos o desplazamientos no deseados. Estos desempeñan un rol crucial al mantener la integridad de la estructura física. Están compuestos principalmente por tejido conectivo fibroso, que es fuerte y resistente a la tensión.
Sin embargo, la rotura de ligamentos existe. Se trata de una lesión en la que se produce una ruptura parcial o completa de uno o más tejidos. Generalmente ocurren debido a los siguientes factores:
Movimientos fuera de los normales: giros con parte de la extremidad apoyada o cambios bruscos de velocidad, cambios rápidos de dirección o movimientos de hiperextensión o hiperflexión.
Trauma directo: un impacto repentino o una fuerza contundente aplicada a la articulación. Por ejemplo, una caída, un accidente automovilístico o una lesión deportiva.
Es importante destacar que cada zona del cuerpo tiene diferentes ligamentos y factores de riesgo asociados. Es por eso que las causas exactas de una quebradura de estos tejidos pueden variar según la articulación afectada y la situación específica.
Algunos de los síntomas comunes para una rotura de ligamentos son:
Dolor intenso: se experimenta un dolor agudo y severo en la región afectada. Puede ser repentino y punzante, especialmente en el momento de la lesión, y persistir durante un período prolongado.
Hinchazón: la articulación afectada tiende a hincharse debido a la acumulación de líquido. Esta puede ser notable inmediatamente después del accidente o puede desarrollarse gradualmente en las horas siguientes.
Inestabilidad: la rotura de ligamentos puede provocar una sensación de inestabilidad en la región lesionada, lo que puede causar problemas al caminar, correr o realizar movimientos específicos.
Sonido: es posible que, en el momento del traumatismo, se escuche un ruido similar a un chasquido.
Es importante hacer una consulta médica ni bien aparecen los síntomas. El profesional traumatológico podrá hacer una evaluación acertada de la situación para mejorar los síntomas y prevenir agravantes de la situación.
La recuperación puede ser un proceso largo y requiere un enfoque multidisciplinario que incluya atención traumatológica, fisioterapia y cuidado personal. A continuación se presentan algunos pasos generales que se pueden seguir durante el proceso:
Consulta médica: es importante buscar atención inmediatamente después del traumatismo para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado. El médico puede ordenar pruebas de imagen, como radiografías o resonancias magnéticas, para evaluar y determinar el mejor enfoque de rehabilitación.
Reposo y protección: durante las etapas iniciales de la recuperación, se recomienda descansar y evitar actividades que pongan estrés en la articulación lesionada. El uso de dispositivos de apoyo, como una férula, una tablilla o muletas puede ser necesario para proteger la región afectada y facilitar la curación.
Terapia física: la fisioterapia desempeña un papel crucial. Un profesional diseñará un programa de ejercicios específicos para fortalecer los músculos alrededor de la articulación, mejorar la estabilidad y restaurar la amplitud de movimiento.
Control del dolor e inflamación: se pueden utilizar medicamentos recetados o de venta libre para aplacar el dolor y la inflamación, siguiendo las indicaciones médicas. Aplicar hielo en la articulación lesionada varias veces al día también puede ayudar a reducir la hinchazón.
Gradual retorno a la actividad: a medida que la región afectada se fortalece, se puede comenzar una rutina de ejercicios graduales y de baja intensidad para volver a la ejercitación y la vida normales. Es importante seguir las recomendaciones del médico y del fisioterapeuta para evitar una recaída o una nueva lesión.
Recuperarse de una rotura de ligamento requiere paciencia y un seguimiento estricto del tratamiento. Es fundamental acatar las instrucciones médicas para asegurar una recuperación completa y segura.
Si bien no se pueden prevenir todas las roturas de ligamentos, es posible tomar medidas para reducir el riesgo de sufrir una. Aquí hay algunas estrategias que se pueden tomar de referencia:
Realizar un calentamiento adecuado: antes de participar en cualquier actividad física o deportiva hay que asegurarse de realizar una preparación óptima. Esto incluye ejercicios de estiramiento y movimientos suaves para preparar al cuerpo para la actividad.
Fortalecer los músculos y mejorar la estabilidad: mantener desarrollada la capacidad muscular y el equilibrio puede ayudar a proteger las articulaciones y reducir el riesgo de lesiones. Se deben incorporar rutinas de fortalecimiento en el entrenamiento, centrándose en los músculos que rodean las regiones vulnerables, como las rodillas, los tobillos y las muñecas.
Aumentar la flexibilidad: la flexibilidad adecuada ayuda a prevenir tensiones excesivas en los ligamentos. Es recomendable realizar estiramientos regularmente para mejorarla.
Evita cambios bruscos de dirección y movimientos forzados: bajo todos los conceptos, se deben evitar los movimientos bruscos y cambios repentinos de dirección, especialmente en superficies resbaladizas o irregulares, ya que estos pueden aumentar las posibilidades de lesionarse.
Incrementar gradualmente la intensidad del ejercicio: siempre se debe aumentar la intensidad y duración del ejercicio de forma gradual. No hay que intentar exceder los límites demasiado rápido, ya que esto puede poner estrés excesivo en los ligamentos y aumentar el riesgo de otros traumatismos.
Cada actividad y deporte tiene sus propios riesgos específicos, por lo que es importante estar bien informado sobre las técnicas adecuadas y recibir instrucción apropiadas antes de participar en ellos. Finalmente, es importante escuchar al cuerpo y descansar cuando sea necesario para evitar la fatiga y el agotamiento, ya que estos pueden aumentar el riesgo de lesiones.
D.E.M.A. posee distintas soluciones para los posibles problemas de ligamentos. A continuación, listamos las más importantes:
La tobillera en ocho D.E.M.A. Brinda a la articulación mayor estabilidad y seguridad. Su calor terapéutico tiene efectos antiinflamatorios, por lo que son ideales para la recuperación. (Código T050)
El inmovilizador corto de neoprene. Confeccionado en neoprene de 4 milímetros de espesor y doble varilla de aluminio inmovilizadora maleable, brinda calor terapéutico y antiinflamatorio. Funciona como el yeso, evitando movimientos inadecuados y sujeta idealmente a la zona hasta su pronta recuperación. (Código ICND)
El Inmovilizador acolchado. Confeccionado en gabardina reforzada, interior acolchado y 3 ballenas inmovilizadoras. Esta muñequera es ideal para lesiones más leves, esguinces, tendinitis o periodos de recuperación avanzados. (Código IWA)
La muñequera simple. Ideal para los últimos periodos de recuperación. Realizada en neoprene de 4 milímetros de espesor, aporta calor terapéutico y tiene efectos antiinflamatorios. Además, mejora la circulación sanguínea y ofrece soporte a las articulaciones. (Código MT003)
La muñequera con ajuste. Diseñada en neoprene de 4 milímetros, incorpora un ajuste con abrojo que facilita su función estabilizadora, aportando contención a los grupos musculares y articulares de la muñeca. (Código M011)
La hombrera de neoprene universal. Para brindar calor terapéutico y contención a los movimientos en el periodo de fortalecimiento, con neoprene de 4 milímetros de espesor óptimo para dar sensación de seguridad y contención. (Código H029U)
La rodillera con rótula abierta de neoprene. Confeccionada en neoprene de 4 milímetros de espesor y doble centro rotuliano acolchado. Anatómica. (Código R091)
La rodillera con varillas flexibles. Confeccionada en neoprene de 4 milímetros de espesor y doble centro rotuliano acolchado. Incluye cuatro varillas laterales flexibles de contención y doble ajuste en abrojo. (código R068)
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